Tiempo.
- Juan Carlos Orozco
- 23 ene 2017
- 1 Min. de lectura
Es hora de abrazarme a lo que eres.
Sentir tu cabello entre mis manos
escurriéndose tal cual el agua
y sufriendo de tu aliento en mi carne
como una tenue ventisca.
Es hora de arrodillarme sobre los clavos de tus manos
y tropezarme con la banalidad de tu presencia.
Dejarme azotar por tus palabras
y cobijarme con tus deseos,
dejando atrás todas mis sombras
y dando paso a que tus besos
rasguen mi pecho y perforen mi espíritu,
hasta quedarme tieso y desnudo,
en un charco de lágrimas,
con las ansias de que llegues y lamas mis heridas,
a la vez en que tú te recuestes en el mismo estado que yo,
y juntos suframos lo que nos ha tocado por mera coincidencia,
mientras que el dolor venga y se vaya, lentamente,
hasta estar consumidos en la plenitud de lo que compartimos.
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