top of page

Estás fría

  • Foto del escritor: Juan Carlos Orozco
    Juan Carlos Orozco
  • 25 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Esta mañana estás muy linda, querida. Me gusta cómo la luz se refleja en las grietas y arrugas de tu rostro. Adoro tocarte ese lindo vestido que llevas puesto desde hace semanas, y aún puedo sentir el aroma de tu perfume, que poco a poco se ha ido esfumando de tu cuello y pechos, pero la misma esencia perdura en tu superficie.

Lo que más extraño son tus ojos. En un principio estaban tan abiertos y llenos de emociones. Digo, luego tu pupila se dilató y tus párpados no dejaron de estar presentes; te veías sorprendida, querida. Aunque hubo un tiempo en que hasta pensé que uno se te iba. Y cómo los extraño, lástima que los años te los hayan quitado.

¿Recuerdas, mi amada, las comidas que teníamos juntos en el jardín? Uy, si con tan sólo pensar en las quejas de los vecinos cuando te sacaba. “Huele a podrido”, decían los muy ignorantes. Por otra parte, tal vez no fue maduro de mi parte el haber orinado en sus puertas y envenenar a sus mascotas; es que no los tolero. ¡Y no me hagas revivir el coraje! Si con tan solo cinco minutos fuera y las hormigas ya se te estaban metiendo por los orificios.

Yo sé que amas a los animales. Y de verdad créeme cuando lo digo que me arrepiento de lastimarlos. Es sólo que no puedo soportar que se trepen a tu regazo y te olfateen en donde yo pongo mis labios. Tal vez mis ataques de ira, el golpearlos a puño limpio o con la barra que está en la entrada no es la mejor manera de regañarlos. Pero tienes que darme la razón, amor mío, que se ven maravillosos disecados y como adornos en la sala.

Lo que admiro mucho de ti es que no eres celosa. No te molesta que grabe a otras mujeres cuando las llevo a sus destinos. No te importa que las tenga presentes en mis pensamientos cuando veo fijamente la pantalla del televisor, haciendo compilaciones de ellas y apuntando las direcciones a donde las llevo. Nunca me reclamaste que incluso trajera algunas aquí, al departamento, y las golpeara justo donde a ti te lo hacía.

Pero he de admitir que todavía gusto de llevarte flores. Ponerlas en tus manos y comprarte vestidos que combinen con ellas. Y se ha hecho difícil, tu tiesa mano ya se ha aferrado a algunas cuantas. Pero déjame decirte, primor, que cuando las rosas se secan, te hacen ver más viva.

Pero no temas. Yo todavía te considero sensual. No basta con que tenga que hacerte el amor cada noche, ni que tenga que besar tus fríos labios cada que despierto. Pero me frustras, ¿sabes? Después de que con tanta dulzura tomé y apreté tu cuello, nunca volviste a regresarme los besos.

Ya no me amas, ¿verdad? ¿Es porque no podemos tener un hijo? Mi amada, si tan sólo supieras lo vivo que me haces sentir.

Por eso te regalo esta carta, a diferencia de las demás, escondida entre tus dientes. Sábete que no te dejo en este agujero porque ya no te quiera, ni porque esté enojado contigo. Te dejo porque me están buscando. Te dejo porque ya vienen por mí y no quiero que sepan que te quise tanto.


 
 
 

Comments


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
  • Twitter - Black Circle
  • w-facebook
bottom of page