Simpsonismo
- Juan Carlos Orozco
- 22 nov 2017
- 6 Min. de lectura
“Siempre dudé de la existencia de Dios,
ahora sé que existe: ¡soy yo!”
―Homero J. Simpson, Homero el grande, temporada 6, episodio 12.
Los Simpson es una serie televisiva creada por Matt Groening en 1989. Se ha transmitido de manera anual y en temporadas desde entonces, llegando a un total de 625 episodios distribuidos en 29 temporadas en una duración de 21 a 24 minutos por capítulo.
Lo que esta religión predica, el Simpsonismo, es que siempre uno será fracasado en algo: se puede ser un millonario dueño de una fábrica, director de una escuela, prestigioso médico, ser madre de familia, tener excelentes notas, comediante, abogado, dueño de una tienda y hasta reverendo de una iglesia. Pero en algo se tiene que ser fracasado: estar solo en la vida y amargado con todos; tener cuarenta años, soltero y viviendo con la progenitora; odiar a su esposa; no tener clientes y perder todos los juicios; trabajar las 24 horas para mantener a la familia; no tener amigos; ser alcohólico y drogadicto; y tener una familia disfuncional. Sin embargo, ser un fracasado no significa que no puede haber alegría en la vida: la comedia y la sátira siempre estarán presentes, sin importar qué tan jodidos estemos.
Esta serie de televisión ha cautivado a millones de personas desde su creación, rompiendo récords y ganando premios, a pesar de su notorio declive cuantitativo de audiencia y cualitativo en creatividad.
Sin embargo, cuenta con todos los elementos necesarios para ser considerada una religión: elementos cognitivos, afectivos y conductuales.
Elemento cognitivo.
Toda religión debe tener ideas religiosas, basarse en creencias y verdades en qué creer, mejor conocidas como dogmas de fe.
En esta religión se tiene que creer en que existe una ciudad llamada Springfield en algún punto de Estados Unidos de América. Esta ciudad tiene montañas altísimas, aeropuertos, playa, bases militares, bosques y hasta desiertos. Y sobre todo, se tiene que odiar ―en muestra de un acto de fe― a la ciudad vecina de Shelbyville.
El fundador de La Tierra Santa (Springfield) es Jeremías Springfield y debe considerarse como El Gran Arquitecto de esta religión. Los demás personajes son lo equivalente a los santos del catolicismo, lo que permite que cada quien venere al suyo. Algunos optarán por seguir fielmente a Homero J. Simpson (patrón de la holgazanería y el alcohol, “la causa y la solución de todos los problemas de la vida”[1]) u otros a Lionel Hutz (patrón de la abogacía, ya que, “¿se imaginan un mundo sin abogados?”[2]).
El Libro Sagrado son los capítulos transmitidos año con año, desde los mejores a los peores. Este libro narra la vida de cinco personajes principales: Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie, y un sinfín de personajes secundarios, todos relacionándose en la ciudad de Springfield, la tierra sagrada, de la cual se desconoce su ubicación exacta.
Este Libro no está elaborado de la manera tradicional, ya que los tiempos modernos han requerido una propagación de acuerdo a los avances telecomunicativos y tecnológicos de la actualidad. Por ende, se ha optado a que sean a través de imágenes caricaturescas con audio, para que así no sea una religión cimentada en habilidades intelectuales de personas con acceso a la educación, sino de todas aquellas que tengan acceso a internet o a televisión abierta.
Este Libro Sagrado está en proceso de construcción por tiempo indefinido. Cuenta hasta el momento con 29 títulos y 625 capítulos. La interpretación de estos textos visuales y animados varía de acuerdo a los teóricos de la serie/religión.
De acuerdo con Fred Topel[3], se puede dividir estos medios sagrados en cinco grandes eras que a continuación serán explicadas.
Primera Era: Early Years.
Esta primera era abarca de los años 1989 hasta 1991, con los títulos primero y segundo, con un total de 35 capítulos (13 y 22, respectivamente), en donde muestran las disfuncionalidades familiares y un avance de la trama que nos habla, predicando la sátira y la comedia poco a poco hasta pasar a la siguiente era.
Segunda era: Golden Age.
La segunda era va desde 1991 hasta 1998, con los títulos tercero a noveno, con un total de 168 capítulos. En esta era se dan todos los toques culturales, en donde la sátira alcanza todo su esplendor: va desde la burla a las religiones, los grupos sociales, las políticas de Estados Unidos y de todo el mundo. Los capítulos más icónicos y popularmente recibidos se encuentran en estos grandes años, que culminan con el final de un milenio y la máxima propuesta religiosa y de calidad humana en todos los años que prosiguen. No hay punto máximo después de éstos, no hay mayor calidad que lo propuesto en los 90’s.
Tercera era: New Renaissance.
La tercera etapa comienza desde 1998 abarca hasta el 2002, iniciando con el título décimo hasta el treceavo, con un total de 88 capítulos. Aquí se rompen varias barreras de la serie. La vida renace tocando otras esferas: viajes al espacio, películas de acción y políticas severas y algo irreales que afectan a la Tierra Santa (Springfield).
Cuarta era: Postmodern Period.
Los Simpson dejó de ser un programa convencional y pasaron a la historia. Sin embargo, la calidad de las enseñanzas disminuyeron, y los títulos catorceavo y décimo séptimo abarcaron los años del 2002 al 2006 con un total de 87 capítulos. A lo largo de estas temporadas se dedicaron a hacer reflexiones y referencias a los años dorados. Y no es que esté mal, solamente que la caída de los valores comenzó a denotarse.
Quinta era: Post Simpson Movie.
La lección más importante que nos puede decir esta religión: alargar lo innecesario lo termina arruinando. Desde el título décimo octavo en 2006 hasta nuestros días, con un total de 284 capítulos que son plenamente una porquería. Sin embargo, son parte de la religión. Son el mensaje que necesita la sociedad para no ampliar lo que no debe ser ampliado, a no explotar lo que debió de haber sido parte de la historia.
Esta idea que tanto hemos sufrido aplica para todo en la vida. No hay que permanecer en un trabajo que odiamos; hay que preservar la naturaleza y evitar la desmesurada prostitución de los temas de la cultura popular.
Elemento afectivo.
Las religiones necesitan costumbres, ceremonias y rituales para unirse con la divinidad. Y lo maravilloso del Simpsonismo es la facilidad de darle culto.
Hoy en día, los grandes momentos de Los Simpson y las amplias enseñanzas que transmite el Simpsonismo son accesibles desde la cercanía de un teléfono celular. En YouTube se encuentran cientos de compilaciones con innumerables frases sagradas, tales como “A la grande le puse Cuca”[4] o “PLAN DENTAL (Lisa necesita frenos)[5]”. No se necesita acudir a ningún lado para rendirle culto a la religión, solamente con tener un celular o computador con acceso a internet.
Lo que sí es necesario y que tiene que ser hecho con suma continuidad, es discutir con otros creyentes de la magnificencia de Los Simpson, hablando de grandes momentos y valiosas enseñanzas que se han aprendido gracias a su apreciación. Y siempre, absolutamente siempre, lamentar la caída de la Quinta era y nunca olvidar los Años Dorados.
El culto se rinde al disfrutarla en colectivo, para lograr su máxima apreciación.
Elemento conductual.
Todas las religiones tienen sus normas, códigos éticos y principios que rigen el comportamiento de sus fieles.
El Simpsonismo es una religión que se debe de practicar día a día. Hay que encontrar sucesos en los capítulos que puedan ser utilizados como referencias para explicar los acontecimientos que se presenten en nuestra vida y utilizarlos sin miedo alguno a lo que diga el resto de los infieles. Y si se tiene suerte, se encontrará otro creyente al decirlo.
La principal norma es citar los versículos presentados a lo largo de los títulos o temporadas al menos una vez al día. Lo siguiente es darse cuenta que es un fracasado en algún aspecto de su vida y admitirlo abiertamente que se es un fracasado espectacular[6]. Una vez que el creyente admita eso, comienza la fase de la sátira y se hace uno con ella: la seriedad queda obsoleta y el sentido del humor despierta sobre sus cenizas.
Y lo más importante: hay que adorar los Años Dorados y odiar Shelbyville.
[1] Homero contra la prohibición. Temporada 8, episodio 18.
[2] Marge encadenada. Temporada 4, episodio 21.
[3] Topel, Fred. The 5 Eras of the Simpsons, ThoughtCo (2016). Recuperado de: https://www.thoughtco.com/eras-of-the-simpsons-3963144
[4] Marge contra el monorriel. Temporada 4, episodio 12.
[5] La última salida a Springfield. Temporada 4, episodio 17.
[6] Lisa Simpson. Temporada 9, episodio 17. Bart: “Oye, un momento. ¿Significa que seré un fracasado?”; Homero: “Sí, hijo. Un fracasado espectacular”.
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