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Un sentimiento nacionalista

  • Foto del escritor: Juan Carlos Orozco
    Juan Carlos Orozco
  • 24 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

Es tu carne, prieta y brillante, la que se plasma en la mía con tu memoria tan latente, siendo una marca de tu presencia. Rugosa, llena de inconformidades y un creciente malestar que brota en una exclamación de rebeldía; de queja social y frustración contra los mismos latidos de tu corazón y la sangre que surca tus venas.


Son tus ojos, oscuros y profundos, los que te han visto en cada paso y acompañado en cada parpadeo. Es el espejo de lo que te ha frenado, la viva imagen de los azotes de tus padres que te han quitado los anhelos, mismos que ahora se han convertido en raíces que te impiden volar, aprisionándote en tu conformismo.


Es tu delgadez, la misma que he heredado. La flacura de tus extremidades y lo negro de tu cabello; el petróleo de las costas que peinan tu cabeza. Es lo dulce de tu voz y lo fuerte de tus palabras, que se estrellan tal cual olas sobre las piedras. Es la arena que ha caído sobre tus pies la que se ha aprisionado entre los dedos, así como la sal del mar la que se ha impregnado en tu cabello.


Es tu sonrisa, de esquina a esquina, abierta como una herida sangrante. Es lo filoso de tu lengua y lo tosco de tus palabras lo que te ha hecho aislarte, rodeada de enemigos temblorosos ante tu presencia; esperando devorarte ante el primer descuido. Es tu personalidad tan fuerte la que te ha alejado, la misma que te ha magullado los brazos tras los golpes de tus amados, los que creías que te sostendrían de la mano y se aferrarían a tu pecho.


Pero es tu esencia con lo que me quedo. Lo que me hace amarte, sentirte cada día. Verte en mi reflejo, sosteniéndote entre mis dedos y escucharte en mi hablar. Es tu sombra la que me sigue, así como tu silencio el que me calla. Tu miedo el que me rasga la carne, con tus uñas que se han desvanecido al arañar la tierra áspera de este hogar que cada día se cae a pedazos. Es tu vida y obra la que me cobija en un sentimiento nacionalista, al decir que soy tuyo y provengo de tu tierra, húmeda y sucia, al igual que todo aquél que se para junto a mí. Soy tu color, tu cabello, tu sonrisa y hasta tus inseguridades. Soy tuyo, latente y seguro; así como tú eres mi madre, cálida y erguida sobre lo que me representas.


 
 
 

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