Razones para no criogenizarse
- Juan Carlos Orozco
- 20 ago 2017
- 3 Min. de lectura
Soy un experto en la criogenización; ya me leí el artículo de Wikipedia completito.
De acuerdo con la página, el fundamento básico de la criónica es que la memoria y personalidad se encuentran almacenadas en la estructura y la química cerebral, cuya actividad de ésta última es detenida y posteriormente reactivada. Por el momento la criopreservación de personas no es reversible ―no hondearé en detalles físico-matemáticos para no abrumar al lector; el autor ya está bastante abrumado.
La criogenización solamente debe quedarse en las novelas de ciencia ficción, las series de televisión de mundos utópicos y en los viedeojuegos con temáticas apocalípticas. Mi ardua investigación de no más de treinta minutos me llevaron a la pronta conclusión que debe de ser evitada a toda costa por los seres humanos terrenales, ya que todo apunta a que el futuro será un lugar terrible y alejado de las bellezas que incluso hoy en día vemos que van disminuyendo.
Primero que nada, hay que darnos cuenta de las personas con las que compartiremos la existencia. Si ahora la población se dedica a criticar a nosotros los millenials, imagínese lo que dirán de nuestros nietos ―si es que la reproducción sexual no queda obsoleta, tal como lo propone Aldous Huxley en Un Mundo Feliz.
Actualmente hay una empresa rusa, KrioRus, que se encarga de preservar desde cerebros a cuerpos de personas y animales, con precios que oscilan desde los doce mil dólares hasta los treintaiséis ―curiosamente, los rusos congelan a sus gatos.
Muchas celebridades del Siglo XXI han manifestado sus intenciones de criogenizarse, lo cual apunta a un futuro más alarmante. Entre los nombres están Simon Cowell, Paris Hilton y Britney Spears. Hay rumores de que Walt Disney también se congeló ―desmentido por The Telegraph―, y muchas personas creen que Lenin lo está. Lamentablemente para algunos, Lenin está momificado. Pero no descarto la posibilidad de que en algún momento rompa el vidrio en su mausoleo y busque cerebros capitalistas para ser comidos. Esto sería como aquel episodio de Los Simpson en el que Homero, uno de los personajes principales en la serie, entra en aguas rusas por accidente, lo que lleva a un conflicto internacional en donde Rusia confiesa que siempre había sido la Unión Soviética, lo que desata que los desfiles de la paz en el Kremlin se conviertan en marchas de tanques y soldados, se edifique de nuevo el Muro de Berlín, y que la icónica momia de Vladimir Ilich Uliánov, alias Lenin, deambule con los brazos extendidos y predicando la muerte al capitalismo. Y conociendo los avances tecnológicos, no dudo que algún día suceda ―no sería la primera ni la última predicción de Los Simpson.
Caigamos en el supuesto huxleyano, en donde los seres humanos optan por dividirse en castas con funciones sociales predeterminadas y diversiones más controladas que las que tenemos hoy en día. Y mezclemos esa sociedad utópica con el pueblo de Tralfamador propuesto por Kurt Vonnegut en Matedero Cinco, en donde los tralfamadorianos tienen a dos humanos expuestos como animales ―lo que en realidad somos― desnudos ante los curiosos ojos de sus habitantes. Así se encontrarían todos los humanos del siglo XXI, en esferas gigantescas de cristal en donde todos convivirían codo a codo. Los más desagradables pelearían entre sí, como Paris Hilton y Bridney Spears, que tendrían su pelea semanal a puño limpio, mientras que el productor y crítico musical sin sentimientos, Simon Cowell, les dice lo terrible que estuvo. Después todos consumirían cocaína, mientras que el público grita en júbilo.
Usted, lector, podría apreciar todo desde su pequeña esfera. Claramente los nuevos habitantes no aceptarían a los “congelados del veintiuno” en su nueva sociedad, ya que nos considerarán un grupo de locos violentos, apestosos y con sentimientos de búsqueda de “realización espiritual”, así que la vida en la jaula sería lo más óptimo. Y si tiene suerte, o al menos la suficiente, no se verá codo a codo con la momia de Lenin, predicando los ideales comunistas de principio del siglo XX.
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